Georges Simenon, por Bernard Alavoine

En 1952, Georges Simenon decide emprender un viaje por Europa: realizará una visita triunfal a París, donde es agasajado en todas partes y, en concreto, en la sede de la policía judicial, en el 36 quai des Orfèvres. Pierre Assouline cuenta está visita en su biografía de Georges Simenon:

18 de abril. Recepción oficial en el número 36 del quai des Orfèvres, sede de la policía judicial, que concluye con un gran almuerzo. El prefecto, los comisarios y los inspectores dan la bienvenida al escritor como si fuera de la casa. Vista los locales. Olores, colores, ambiente. Se creería en sus novelas. Con la pequeña salvedad de que los diferentes “modelos” de Maigret están todos jubilados; en cuanto a la estufa que tanto gustaba atizar al comisario, ha sido sustituida por la calefacción central. En el momento de la despedida, le hacen entrega con gran solemnidad de la placa de comisario número 0000 a nombre de Maigret. Simenon se hará un llavero con ella y la utilizará para deshacerse de los gendarmes una vez que es sorprendido en flagrante delito de exceso de velocidad...

(Pierre ASSOULINE, Simenon, biografía, Julliard, 1992, p. 437).

En el mes de mayo de 1952, Georges Simenon vuelve a su ciudad natal, a Lieja. Prefiere llegar un día antes para visitar solo a su madre. Al día siguiente, el novelista atraviesa su barrio, Outremeuse, acompañado por una jauría de periodistas, después es recibido por su antiguo director de la Gazette de Liége, y por la noche por las autoridades municipales. Georges Simenon es recibido como un héroe, aunque el cuadro no está exento de sinsabores. En primer lugar, se trata de algunas contrariedades con la justicia que surgen a raíz de la publicación, en 1948, de Pedigrí, su novela en parte autobiográfica. Algunos compatriotas reconociéndose en alguno de los personajes han entablado un pleito. El enfrentamiento con los demandantes y de manera más general con todos aquéllos que pretenden obtener fácilmente un poco de dinero, le incitan a no prolongar su estancia en Lieja.

La tercera etapa importante del viaje de 1952 es Bruselas: sus compatriotas le piden que sea miembro de la Real Academia de la Lengua y la Literatura Francesa de Bélgica. Simenon acepta este sillón y pronuncia un discurso ante académicos belgas y numerosos invitados franceses como Marcel Pagnol, Pedro Benoit o Georges Duhamel... Después de la elección, el novelista vuelve rápidamente a París donde encuentra a sus viejos amigos con los cuales se siente mucho más a gusto... El honor le ha halagado, pero Simenon nunca se ha sentido muy cómodo en los ambiente literarios...

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